Parròquia del Carme – 31 julio al 7 agosto 2016
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y aquí ni con un millón podría expresar las cosas tan bonitas que hemos vivido estos días de campamento.
Durante toda la semana hemos realizado innumerables actividades: reuniones, talleres, olimpiadas, excursión, juegos, etc. Y a pesar de que todas las recordaremos con mucho cariño, lo realmente importante es lo que hemos intentado que quede en nuestra mente y nuestro corazón.
El campamento sólo con monitores y acampados no funcionaria. Hay algo que hace que todas las piezas encajen sin que ninguna se dañe, y ese es Jesús. Por eso cada mañana lo primero que hacíamos era la celebración de la Eucaristía con Mn. Joan, que nos comentaba de una forma sencilla y profunda, con historias, las lecturas del día, así todos teníamos una buena razón para seguir adelante y esforzarnos en todas las actividades.
Aparte de este momento tan especial teníamos otro también reservado, era el coaching. El coaching era un rato en el que mediante historias comentábamos la manera de ser buenos cristianos, buenos compañeros, buenos hijos, buenos amigos. Unos días hablábamos de la pereza y lo fácil que es caer en la comodidad, otros hablábamos de la voluntad, otros del perdón, y así a lo largo del día enfatizamos más en uno de ellos.
Claro, teníamos que poner en práctica todo lo aprendido, y para ello se planificaban las actividades. ¿Cómo? En los talleres, poniendo interés en el trabajo a desarrollar y constancia en acabar lo iniciado. En los juegos, aceptando de buena gana lo que otros proponían, aprendiendo que ni la victoria ni la derrota son importantes, sino la amistad y el compañerismo que se fortalecía. En la comida, no dejándonos llevar por los gustos ni caprichos. En la excursión, valorando la recompensa que viene tras el esfuerzo y maravillándonos de la naturaleza. Por eso, constantemente se repetía “¡Un paso más!!"
Además, cabe destacar la buena convivencia que ha existido entre chicos y chicas de tan diferentes lugares y la alegría que todos transmitían, al igual el buen apetito en las comidas.
Por último, comentar que todos nos comprometimos a continuar en casa lo que habíamos vivido en el campamento, con la ayuda de nuestros familiares y la que nos aporta la asistencia al “esplai” de los fines de semana.
Todos nos ilusionamos en poder encontrarnos el próximo año. ¿Cómo no?
Doménico, monitor