Unitat Pastoral El Carme - Sant Joan

14 juliol 2024
Etiqueta/es: Novena, Predicació

María y el Pentecostés

Novena de la Mare de Déu del Carme – Predicació de Montse Sánchez

Hablar de María es un honor para mí, María, la llena de Gracia, la flor del Carmelo, la elegida del Señor. Son tantos los atributos que contiene María, que no acabaríamos nunca de enumerarlos, en las letanías se mencionan muchos de ellos. La Virgen Clemente, la Madre de la Iglesia. Ella es el modelo de todas las virtudes y es que en ella, se ha dado el hecho más sublime. La Encarnación del Hijo de Dios, en ella se cumple la Promesa hecha por Dios a su pueblo.

María es la mujer perfecta, nadie como María. María es la puerta de la salvación, por ella entra la salvación al mundo. A través de la mujer humilde que acepta la voluntad de Dios aunque no lo comprenda del todo…. ¿Cómo puede ser?…. Hágase tu voluntad…

María se abandona confiada al proyecto de Dios. María es la que se fía de Dios. Discreta, silenciosa, humilde. Lo guardaba todo en su corazón, y permite que en sus entrañas tome forma el Hijo de Dios, Jesucristo, Dios y hombre verdadero.

María es el libro donde Dios ha escrito e inscrito su Palabra (Jesucristo, la Palabra de Dios). María es la materia sobre la cual Dios obra, en ella modela y teje la salvación de la humanidad.

Desborda pensar en tanta grandeza y en tanta gracia, vertida en una joven humilde y sencilla de Nazaret. Pero ella, María es la enamorada de Dios, quiere servirlo y hacer en todo su voluntad.

Hoy tengo que hablarles de María en el día de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo desciende sobre todos los que se hallaban reunidos, orando en el cenáculo, en Jerusalén, con María en el centro.

Después del acontecimiento de la muerte y Resurrección. El mismo Jesús les hace una promesa, y es que les enviará su Espíritu, por lo cual les ordena que se queden en Jerusalén hasta que esto acontezca. Cuando venga el Espíritu serán convertidos en Testigos, Juan bautizó con agua, pero el bautismo de Jesús es con el Espíritu Santo. El bautismo de fuego.

El mismo Espíritu los llenará de valentía para anunciar la Palabra de Dios, para extender el anuncio de la Buena noticia por todos los confines de la tierra. Dice la Escritura que se posaron sobre ellos como unas lenguas de fuego y que eran capaces de profetizar y de hablar diferentes lenguas, y que todos se entendían, se oyó un ruido fuerte.

Es decir, allí pasó algo muy grande que no hay palabras humanas para poder explicar, pero que marcó a todos los presentes.

Dios siempre cumple sus promesas, siempre es fiel a su Palabra. María estaba con ellos, ella los reunía para orar, allí se da el inicio de la Iglesia, se hace presente con la efusión del Espíritu. Si bien el nacimiento de la Iglesia se produce en el momento de la crucifixión, cuando del costado de Cristo mana sangre y agua (sacramentos de la Eucaristía y bautismo). En el momento del Pentecostés esta Iglesia recibe la fuerza y la Confirmación para salir sin miedo a hacer el anuncio del Reino de Dios, al mundo entero. Porque el mismísimo Espíritu la anima y la guía.

Escuchamos cómo todos los hombres, sean del país que sean, se entienden, pese a no conocer el idioma…. ¿Les suena esta afirmación?…. En Babel sucedió lo contrario… el Espíritu en Pentecostés restablece la Gracia perdida, devuelve a los hombres la capacidad de entendimiento pese a las diferencias.

Para poder comprender mejor el Pentecostés, permítanme que les plantee un díptico, es decir dos escenarios, iguales y distintos a la vez, porque el segundo no se entiende sin el primero.

Me refiero al momento de la Anunciación, si nos fijamos en estos dos momentos, Anunciación y Pentecostés, vemos dos momentos iguales y distintos a la vez.

Vamos a fijarnos en estos dos escenarios.

Por una parte vemos a María, la muchacha joven de Nazaret, se encuentra orando, sola, en la intimidad de su cuarto. María recibe la visita inesperada del Ángel y con él una Promesa. Que el Espíritu la cubrirá y concebirá al Hijo de Dios. Alégrate, llena de gracia. María se abre al Misterio, y no sabe lo que sucederá, pero se fía de Dios y dice que SI a todo. María lo guardaba todo en su corazón. Luego todos sabemos que ser escogida por Dios, no la va a mantener lejos del dolor ni del sufrimiento, pero eso no le va impedir mantenerse fiel y confiada hasta el final.

El otro escenario nos muestra a María, la mujer madura, orando comunitariamente en el cenáculo. Hemos pasado de la intimidad a la comunidad.  De la juventud y la inocencia a la madurez que ha pasado por todas las pruebas. De la promesa al cumplimiento. La aparición del Espíritu irrumpe, pero era esperado, porque Jesús lo había prometido.

En las dos escenas se repite el protagonista, el Espíritu Santo, en las dos escenas María se halla en el centro, en la primera sola, luego acompañada de los apóstoles.

María es la receptora excepcional del Espíritu Santo.

María es la mujer de la Trinidad:

Ella es la Hija del Padre. La Madre del Hijo y la Esposa del Espíritu Santo.

En María resplandece la luz y la gracia de Dios. A través de ella la humanidad ha podido conocer al Salvador, en ella se han cumplido las promesas del Padre, por su obediencia, fidelidad, confianza y paciencia. Ella lo guardaba todo en su corazón. Fue preservada del pecado, pero no del dolor ni del sufrimiento. Ella es la madre sufriente, la madre de la Esperanza, que pese a todo, permanece fiel al Señor. Se sostiene por la fe en la Promesa recibida.

María nos conduce siempre a Jesús, no tengamos miedo de dirigirnos a ella, de confiar en ella. Porque el mismo Dios confió a su cuidado, a su Hijo. María es un puerto seguro, la Estrella de la mañana, el espejo en que debemos mirarnos.

Para acabar, que la Madre de Dios y Madre nuestra en la advocación del Carmen, nos proteja y nos guie hacia su Hijo amado.

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