El Buen samaritano de la parábola no volvió de inmediato a pagar la posible deuda contraída por el cuidado del maltrecho caminante.
Así lo entendió el Padre Juan que como Buen Posadero de Jericó se afanó a dar cobijo en su albergue a cuantos menesterosos buscaban el calor de un hogar y la caricia de una sonrisa, hasta que volviera aquel señor compasivo.
Que agradecidos te estamos los voluntarios por los signos de humildad y fortaleza espiritual que nos has manifestado al aceptar tu fragilidad. Tu le pedías al Señor salud para hacer grandes cosas y El te enviaba enfermedad para hacer cosas mejores. Queremos ser reflejo del ejemplo de tu vida.
Tú que ante el olvido del marginado, el cansancio del parado, el mareo del hambriento, la vergüenza del mendigo, se te conmovían las entrañas, te daba un vuelco el corazón y no te quedabas al margen. Te implicabas hasta tu médula compasiva. Tu palabra sabia, cercana, y rebosante de fe nos alentaba en todo momento.
Cuantas veces te oímos decir: “que nada se desperdicie. Todo puede servir para los que pasan necesidad”. Y “no escatiméis los tickets de comedor; mientras haya comida que coman todos”.
Padre Juan, el Señor Samaritano ha vuelto esta tarde de febrero a tu posada de Jericó tal como predijo: “cuida de él y si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva”. Y te ha descolocado cuando te ha dicho: “Ven a disfrutar de mi compañía en el Reino de mi Padre…
- Porque cuando muchos me despreciaban por mi imagen física,… Tú me mirabas fijamente a los ojos.
- Cuando muchos se alejaban de mí por mi aspecto andrajoso,… Tú estrechabas suavemente mi mano.
- Cuando muchos me repudiaban,…Tú escuchabas atentamente mi historia, sentías mi dolor.
- Cuando muchos me rechazaban por mi origen, raza, lengua, cultura,… Tú abrazabas mi diferencia, Tú buscabas mi cercanía, Tú reconocías en mí la dignidad que otros me negaban.
Y Tú le has dicho: ¿Cuando Señor? Y te ha replicado
Cuando lo hiciste con aquellos africanos de Senegal, Gambia, Burkina, Argelia, Marruecos y los del Este de Europa, Polonia, Ucrania, Bulgaria, Rumanía, y mis otros hermanos de Latinoamérica, conmigo lo hiciste.
Y ante tu sorpresa te abrirán la puerta rostros conocidos que te quisieron en esta tierra como aquel alcohólico recuperado –Dani Dobra- que murió serenamente en los brazos de su madre en Rumanía, y te pagará con abundante generosidad la felicidad que mereciste. Entra en el gozo de tu Señor.
Antonio Miñano
12 de febrero de 2018
