Unitat Pastoral El Carme - Sant Joan

10 febrer 2022
Categoria/es: General

BIENAVENTURANZAS DEL BUEN POSADERO DE JERICÓ EN EL 4º ANIVERSARIO DE SU PARTIDA EN COMPAÑÍA DEL SEÑOR SAMARITANO

El posadero de Jericó tenía noticia por los transeúntes que acogía en su albergue de un joven galileo que con su palabra ardiente pronunciada desde lo alto de un monte revolucionaba a las gentes sencillas. Un día se le presentó bajo apariencia de mercader samaritano y le cambió la vida. Por eso:

Bienaventurado es Mosén Joan porque hizo de la pobreza y del compartir, su modo de vida;  y con su testimonio construyó el reino de los cielos.

Dichoso es el Padre Juan porque no le rebajó enjugar su rostro con lágrimas, pues en ellas se reflejaban los dolores de la gente y encontró el consuelo de Dios en el abrazo con los que sufren.

Feliz el Buen Posadero que consideró su ministerio un servicio, hizo de la mansedumbre su fuerza, reconociendo y honrando la dignidad de cada persona.

Bueno es Mosén Joan que no se encerró en su despacho como un burócrata, sino que encontró en el silencio de la oración diaria su alimento para buscar junto a los indefensos el sueño de la justicia de Dios.

Bienaventurado nuestro sencillo Mesonero porque tenía un corazón acogedor para la miseria del mundo, no temía ensuciarse las manos con el barro del alma humana, ni se escandalizaba por la debilidad de los demás, porque era consciente de su propia fragilidad.

Dichoso el Padre Juan porque desterró de su corazón la duplicidad y soñaba con el bien incluso en medio del mal y podía alegrarse del rostro de Dios que descubría en el reflejo de unos ojos afligidos.

Feliz el sufrido Posadero que trabajó por la paz, sembró en el corazón de sus voluntarios la semilla de la entrega sin condiciones a los migrantes para construir una comunidad de hermanos.

Bienaventurado es Mosén Joan porque por el Evangelio no temió ir a contracorriente, poniendo una cara “decidida” como la de Cristo, sin dejarse frenar por incomprensiones y obstáculos, porque sabía que el Reino de Dios avanza en la contradicción del mundo.

Y como fue un siervo bueno y fiel en el cumplimiento de su misión, una voz amiga que ya conocía, una fría tarde de febrero le susurró al oído “entra en el gozo de tu Señor”.

 Antonio Miñano

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