Adoración Eucarística Diurna
Muchas de las personas que diariamente, o de forma esporádica, transitan por la calle Mayor de Lleida se habrán percatado de que, desde hace unos años, la iglesia de san Pedro, salvo en verano, permanece abierta durante ocho horas a lo largo del día.
Aquellos que no han querido quedarse con la curiosidad y han cruzado sus puertas, se han encontrado con la maravillosa presencia, durante esas horas, de Jesús Sacramentado expuesto para ser adorado por quienes quieren dedicar algo de su tiempo a conocer mejor a quien se encarnó para salvarnos
Todo surgió hace unos años, y tras una idea de nuestro señor Obispo, que propuso se iniciara en nuestra ciudad una demostración de amor a la Eucaristía, facilitada mediante la organización de unos turnos de adoración.
Con la magnífica colaboración de unas cien personas voluntarias que quieren ofrecer una hora a la semana al Señor, recogidos ante su presencia y buscando el silencio para hacerlo. Se trata de buscar unos momentos para desapegarnos de las cosas y descontaminarnos de los estímulos del ambiente y escuchar los que brotan en nuestro interior respirando el amor de Dios.
Quienes han adquirido ese pequeño compromiso se han convertido, metafóricamente, en “llaves del Sagrario”, pues su presencia facilita que la iglesia permanezca abierta y pase a convertirse en un gran Sagrario que alberga al Señor presente en la Eucaristía.
Sería muy importante que los fieles de Lleida fueran conscientes de que cada día tienen la maravillosa oportunidad de ir a rezar “con los ojos abiertos”. Sí, digo bien, con los ojos abiertos; pues si normalmente los cerramos cuando nos encomendamos al Padre para concentrarnos en Aquél a quien no vemos. Allí, ante nosotros, cara a cara, está quien entregó su vida por la nuestra, y podemos y debemos hablarle con los ojos abiertos, mirando a los suyos, convencidos de su presencia real a nuestro lado.
Hay muchas personas que pasan cada día a visitarle y adorarle, pero no terminan de decidirse a apuntarse a una hora fija a la semana, lo que facilitaría la seguridad de que en ningún momento el Señor se quede solo.
Desde la humildad que el Señor nos aconseja, no debería asustarnos, y no comprometernos por no quedar mal si un día se falta. El compromiso es la continuidad en la generosidad y reconocer que un día podemos fallar es una muestra de humildad, que se ve acrecentada con una manifestación de servicio a aquellos que podrán visitar al Señor.
Muchas son las personas enviadas a anunciar al Señor; y no se puede olvidar, que antes de que Jesús enviara a sus discípulos diciéndoles: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” los había fortalecido y preparado diciéndoles: “Venid y veréis”.
Sí, venid y veréis, todos aquellos que tienen una tarea dentro de la Iglesia y deseen vivir esos momentos de recogimiento, que permiten adquirir ante la presencia de Jesús Eucaristía, la fuerza precisa para todo lo demás. Desde estas líneas animamos a todos aquellos que estén dispuestos a sumarse a la generosidad de los que ya lo hacen, a visitar al Señor y a apuntarse, como nuevas “llaves del Sagrario”, para reforzar los turnos. Pueden consultar cualquier información en los teléfonos 973 20 24 34 (Josemaría Ponz) y 657 807 301 (Jaume Ros).