Camino de Perfección és un llibre escrit per Santa Teresa de Jesús entre els anys 1566 i 1567 per a les monges carmelites del Monestir de Sant Josep a Àvila, del que n’era priora. Com a guia d’espiritualitat santa Teresa, conscient o inconscientment, acaba per adreçar-la a tota la congregació de carmelites i a tots els cristians. Fou el primer llibre de la Santa que va ser publicat un any després de la seva mort, el 1583.
Consta de 42 capítols. En els 26 capítols primers dóna consells per a progressar en la vida contemplativa: la pobresa, l’amor al proïsme, la humilitat, l’oració, el deseiximent, el perill de l’honra…. En els 16 darrers fa una meditació sobre les paraules del Parenostre, l’oració vocal més important.
Amb motiu de la celebració del V Centenari del naixement de Santa Teresa de Jesús cada dia anirem publicant en aquesta plana web un petit resum de cada capítol.
Camino de Perfección. Resum per capítols:
Capítulo primero
1.- “Señor que acierte a decir algo de lo que al modo de vivir que se lleva en esta casa conviene”.
“En este tiempo vinieron a mi noticia los estragos de los luteranos… dióme gran fatiga y lloraba con el Señor y les suplicaba remediase tanto mal. parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdía…
Y como me vi mujer y ruin y imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio de Dios, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo”.
2.- “Señor mío, ¿Qué es esto ahora de los cristianos? ¿Siempre han de ser los que más os fatiguen?”
“Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, pues le levantan mil testimonios; quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos al cielo?
No es, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia”.
Capítulo Segundo
3.- Del bien que hay en la pobreza. “Sería engañar el mundo haciéndonos pobres no siéndolo de espíritu, sino en lo exterior”.
“No penséis, hermanas, que por no andar a contentar a los del mundo os ha de faltar de comer, os lo aseguro. Jamás por artificios humanos pretendáis sustentaros, que moriréis de hambre, y con razón. Los ojos en vuestro esposo; él os ha de sustentar. Contento él, aunque no quieran, os darán de comer los menos vuestros devotos, como lo habéis visto por experiencia. Si haciendo esto muriereis de hambre, bienaventuradas las hijas de San José. Esto no se os olvide, por amor del Señor; pues dejáis la renta, dejad el cuidado de la comida; si no, todo va perdido…"
Capítulo tercero
4.- Ocúpense siempre en suplicar a Dios favorezca a los que trabajan por la Iglesia. “No permitáis ya más daños en la cristiandad; dad ya luz a estas tinieblas”
“Tornando a lo principal por lo que Dios nos juntó en esta casa, que viendo tan grandes males que fuerzas humanas no valen para atajar el fuego de estos herejes… que lo que hemos de pedir al Señor es que los capitanes de este “castillo” o ciudad, los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y los teólogos… porque han de ser los que esfuercen la gente flaca y pongan ánimo a los pequeños! Buenos quedarían los soldados sin capitanes! Han de vivir con los hombres y tratar con los hombres. ¿Pensáis, hijas mías, que es menester poco para tratar con el mundo y vivir en el mundo y ser en el interior extraños al mundo, en fin no ser hombres sino ángeles?
No es tiempo de ver imperfecciones en los que han de enseñar”.
Capítulo Cuarto
5.- Oremos sin cesar “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
Cuanto a la primera, que es amaros mucho unas a otras, va muy mucho…
Aquí todas han de ser amigas, todas han de quererse, todas se han de ayudar y guárdense de las amistades particulares que, aún entre hermanos, suelen ser ponzoña y ningún provecho en ello veo.
Tornando al amarnos unas a otras, parece cosa impertinente encomendarlo, porque ¿qué gente hay tan bruta que tratándose siempre y estando en compañía y no habiendo de tener otras conversaciones ni otros tratos ni recreaciones con personas fuera de casa, y creyendo nos ama Dios y ellas a El –pues por su Majestad lo dejan todo- que no cobre amor? En especial, que la virtud siempre convida a ser amada.
Capítulo sexto
6.- Oremos sin cesar “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
“A quien al Señor llega tiene la fuente del amor…
Procurar siempre holgaros con las hermanas cuando tienen recreación con necesidad de ella…
Siempre sientan mucho cualquier falta, si es notoria, que veías en la hermana. Y aquí se muestra y ejercita bien el amor en sabérsela sufrir y no espantarse de ella…
Y encomendarla mucho a Dios… y procurar hacer vos con gran perfección la virtud contraria de la falta de la otra. Esforzarse a esto, para que enseñe a aquella por obra, lo que por palabra no entenderá, ni le aprovechará, ni castigo; y eso de hacer una lo que ve resplandecer de virtud en otra, pégase mucho. Esto es buen aviso; no lo olviden”.
7.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
“Muy buena muestra de amor es procurar quitarles trabajo y tomarlo para sí en los oficios de casa y, también, holgarse alabar al Señor del acrecentamiento que viere en sus virtudes. Todas estas cosas, aparte del gran bien que traen consigo, ayudan mucho a la paz y co0nformidad de unas con oras. Pocas y mal avenidas, no lo permita Dios.
Si se atravesare una palabrilla que cause disgusto, remédiese luego y hagan gran oración o si hay bandillos, o deseo de ser más que las otras, o puntillo de honra… cuando esto hubiese, dénse por perdidas; piensan que han echado a su esposo de casa.
Si ellas hacen lo que es en sí ,les Señor les hará muy fuertes…”
Capítulo noveno
8.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
“¿Pensáis, hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin hacernos partes?…
En cuanto a lo exterior, ya se ve cuán apartadas estamos aquí de todo…en otras partes hay liberad para consolarse con los “deudos”(familiares); pues la monja que deseare ver deudos para su consuelo, téngase por imperfecta.
Quiero deciros que huyamos del mundo. Pues creedme que lo que más se apega de él son los deudos y lo más malo de desapegar.
Hacen bien los que huyen de sus propias tierras, aunque no está en huir, sino que determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús. Que como allí lo halla todo, lo olvida todo”.
Capítulo Décimo
9.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
“Desasiéndonos del mundo y deudos, ya parece que lo tenemos todo hecho; queda, aún, desasirnos de nosotros mismos. Que es recia cosa. Posiblemente tengamos cerradas las puertas a los ladrones y se nos queda en casa. Conviene contradecir nuestra voluntad y las afecciones de las cosas… Aquí entra en juego la humildad, pues el desasirse de sí y la humildad parécenme andar siempre juntas; son como dos hermanas que no hay para qué apartarlas. Dos virtudes señoras de todo lo criado, emperadoras del mundo y liberadoras de todos los lazos y enredos que pone el demonio. Quien las tuviere, bien puede salir a luchar con todo el infierno junto y contra todo el mundo y sus ocasiones.
Estas virtudes tienen una propiedad que se esconden de quien las posee”.
10.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad
“Sacar de nosotros el regalo del cuerpo. Determinaos que venís a morir por Cristo y no a regalaros por Cristo…. Si el demonio nos comienza a amedrentar con que nos faltará salud nunc haremos nada.
Cosa imperfecta me parece este quejarnos siempre con pequeños males; si podéis sufrirlo, no lo digáis. Si hay causa sería pero no decirlo, y muy malo si no os apiadasen… Si no se pierde la costumbre de decirlo y de quejaros de todo, si no fuere a Dios, nunca acabaréis. Porque este cuerpo tiene una falta, que mientras más le regalan más necesidades descubre…
Si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada”.
Capítulo Duodécimo
11.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
“Torno a decir que está el todo o gran parte en perder cuidado de nosotros mismos y nuestro regalo, que quien de verdad comienza a servir al Señor lo menos que le puede ofrecer es la vida, pues le ha dado su voluntad. El verdadero cristiano que pretende gozar los regalos de Dios no ha de volver las espaldas a desear morir por él y pasar martirio. Pues ¿no sabéis, hermanas, que la vida de quien quiere ser de las allegadas a Dios es un largo martirio?
Mostrémonos a contradecir en todo nuestra voluntad y, sin saber cómo, poco a poco os hallaréis en la cumbre.
Cada una mire en sí lo que tiene de humildad y verá lo que está aprovechada”.
Capítulo Decimotercero
12.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
“Muchas veces os dije y ahora lo dejo escrito, porque no ese os olvide, que en esta casa huya mil legua de “razón tuve”, “hicieronme sinrazón”, “no tuvo razón quien esto hizo conmigo”. De muchas razones nos libre el Señor. ¿Parece que hubo razón para que nuestro Señor Jesús sufriese tanas injurias y se las hiciesen y tantas sinrazones? La que no quisiere llevar cruz sino la que le dieren muy puesta en razón, no sé yo para qué está en el monasterio…
O somos esposas de tan gran rey, o no. Si lo somos ¿qué mujer honrada hay que no participe de las deshonra s que a su esposo hacen?. De honra y deshonra participan entrambos.
Parezcámonos en el algo a la gran humildad de la Virgen, cuyo hábito traemos.”
Capítulo Decimotercero
13.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
Esta casa es un cielo, si lo puede haber en la tierra. Para quien se contenta sólo en contentar a Dios y no hace caso de contento suyo, tiénese muy buena vida; en queriendo algo más, se perderá todo, porque no lo puede tener. Y alma descontenta es como quien tiene gran hastío que por bueno que sea el manjar la da en rostro; y lo que lo sanos toman gran gusto al comer, le hace asco en el estómago.
Torno a decir que si se inclina a cosas del mundo, que se vaya.
Oh. qué grandísima caridad haría y qué gran servicio a Dios la monja que en sí viese que no puede llevar las costumbres que hay en esta casa, conocerlo e irse”.
Capítulo Decimoquinto
14.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”.
NO disculparse.“ Es de gran humildad verse condenar sin culpa y callar… esto trae consigo grandes ganancias… el verdadero humilde ha de desear con verdad ser tenido en poco y perseguido y condenado sin culpa, aun en cosas graves. Porque si quiere imitar al Señor, ¿en qué mejor puede que en esto? … Nunca oí decir cosa de mí que no viese quedasen cortos; porque, aunque no era en la mismas cosas, tenía ofendido a Dios en otras muchas y siempre me huelgo yo más que digan de mí lo que no es que no las verdades… Nunca nos culpan sin culpas, que siempre andamos llenas de ellas, pues cae siete veces el justo y sería mentira decir que no tenemos pecado.
Esta libertad y negación y desasimiento de nosotros mismos se puede alcanzar con el favor de Dios”.
Capítulo Decimoséptimo
15.- Oremos sin cesar: “Tres cosas necesarias para los que pretenden llevar camino de oración: 1.- amor de unas con otras; 2.- desasimiento de lo criado; 3.- verdadera humildad”
La humildad es necesaria en esta casa; porque es el ejercicio principal de oración y cumple mucho tratéis de entender cómo ejercitaros mucho en humildad. ¿Cómo podrá el verdadero humilde pensar que es él tan bueno como los que llegan a ser contemplativos? De mi consejo siempre es se siente en el más bajo lugar, que así lo mandó el Señor y lo enseñó por obra. Para eso es la humildad, para tenerse por dichosa en servir.
Acuérdese que es menester quien le guise la comida, y ténganse por dichosas en andar sirviendo con Marta; miren que la verdadera humildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos y siempre hallarse indignos de llamarse sus siervos. Pues si contemplar y servir en las cosas de la casa, todo es servir al Huésped que se viene con nosotras a estar y a comer y recrear ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro?”.
Capítulo Decimoctavo
16.- Dios nos conduce por el camino de las dificultades o trabajos.
“Yo sé que son grandes los trabajos que Dios manda a los contemplativos. A los que dios mucho quiere, lleva por caminos de trabajos y, mientras más los ama, mayores. Pues creer que Dios admite a su amistad estrecha gente regalada y sin pruebas es disparate.
Lo primero que hace Dios, si son flacos, es ponerles ánimos y hacerles que no teman trabajos,
Veo pocos verdaderos contemplativos que no les vea animosos y de terminados a padecer. Así los contemplativos han de llevar levantada la bandera de la humildad y sufrir cuantos golpes les diere sin dar ninguno; porque su oficio es padecer con Cristo.
Vuestro entender será si entendiere cada una es la más ruin de todas y no en la que tiene más gustos en la oración, arrobamientos o visiones”.
Capítulo Decimonoveno
17.- Conviene acercarse al agua viva
“Hay almas y entendimientos tan desbaratados como unos cabellos desbocados, que no hay quien los haga parar; ya van aquí, ya van allá, siempre con desasosiego. Son como unas personas que han mucha sed y ven el agua de muy lejos y se les acaba la fuerza. Están a dos pasos de la fuente de agua viva que dijo el Señor a la samaritana que quien la bebiere no tendrá sed.
El agua tiene tres propiedades: La primera es que enfría todas las afecciones del mundo cuando se juntan con el agua viva del cielo
La otra propiedad es que limpia. Deja el alma clara y limpia de todas las culpas, del lodo y miseria en que todos estamos.
La tercera propiedad es que sacia y quita la sed, el deseo de una cosa que no nos hace falta.
Mirad que convida el Señor a todos. “Yo os daré de beber”
Capítulo veinte
18.- Inicio del camino de la Oración
“Para comenzar este camino, tratemos un poco de cómo se ha de principiar esta jornada, porque es lo que más importa; digo que importa el todo para todo. Es como quien tiene un rosario, que si lo reza una vez gana, y mientras más veces, más; y si lo tiene en un arca, mejor fuera no tenerlo…
Tiene el Señor muchos caminos para llegar a la fuente… como es tan bueno, no nos fuerza, antes da de muchas maneras a beber a los que le quieren seguir para que ninguno vaya desconsolado ni muera de sed… No hayáis miedo muráis de sed en este camino; nunca falta agua de consolación… tomad mi consejo y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no estáis aquí a otra cosa sino a pelear. Y conviene ir siempre con esta determinación de antes morir que dejar de llegar al fin del camino”
19.- Conviene despertar en nuestros diálogos al gran bien de la Oración
“Todas las personas que os trataren, habiendo disposición y alguna amistad, procurad quitarlas el miedo de comenzar tan gran bien… Que vuestro trato sea siempre ordenado a algún bien de quien hablareis, pues vuestra oración ha de ser para provecho de las almas.
Ande la verdad en vuestros corazones por la meditación y veréis claro el amor que somos obligados a tener a los prójimos… No es tiempo de juegos de niños, que no parecen otras cosas estas amistades del mundo… Ya sabéis que sois religiosas y vuestro trato es de oración… Quien os quisiere tratar, aprenda vuestro lenguaje, y guardaos de aprender vosotros el suyo.
Si las personas que os trataren quisieren aprender vuestro lenguaje, podéis decir las riquezas que se ganan en aprenderlo… y entendiendo la gran ganancia vayan a buscar maestro que les enseñe; que no sería poca merced que os hiciere el Señor despertar algún alma para ese bien”.
Capítulo veintiuno
20.- Importa mucho comenzar con gran determinación a tener oración.
“Este viaje de la oración es camino hacia el cielo. Gánese yendo por él gran tesoro. Tiempo vendrá que se entienda cuan nonada es todo para tan gran precio.
Cómo han de comenzar los que quieren llegar a beber de esta agua de vida… importa mucho, y el todo, una gran determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegase allá, siquiera se muera por el camino, siquiera se hunda el mundo…
Creedme vosotras y no os engañe nadie en mostraros otro camino sino el de la oración, sea mental o vocal, que lo uno y lo otros es menester. Que este es el oficio de los religiosos.
Peligro será no tener humildad y las otras virtudes; más camino de oración camino de peligro, nunca Dios lo quiera”.
Capítulo veintiuno
21.- Del bien que hace la persona entregada
“Cuando en un tiempo de alboroto, en una cizaña que ha puesto, que parece que lleva a todos tras de sí medio ciegos, porque es debajo de buen celo, le venga Dios uno que los abra los ojos y diga que miren los ha puesto niebla para no ver el camino (¡qué grandeza de Dios, que puede más a las veces un hombre solo o dos, que diga la verdad, que muchos juntos!), tornan poco a poco a descubrir el camino y dales Dios ánimo… y Así que, como haya uno o dos que , sin temor, sigan lo mejor, luego torna el Señor poco a poco a ganar lo perdido.
Dejaos, hermanas, de estos miedos, nunca hagáis caso de cosas semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van con conforme a la vida de Cristo.
Procurad tener limpia conciencia y humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo y creer firmemente lo que tiene la Madre Iglesia, y a buen seguro que vais por buen camino”.
Capítulo veintidós
“No es oración mental tener cerrada la boca; si hablando estoy enteramente entendiendo y viendo que hablo con Dios con más advertencia que las palabras que digo, junto está oración mental y vocal. Yo he deponer siempre junta oración mental con la vocal. Y recomiendo que primero comencéis con la oración vocal y ocupéis harto tiempo en la mental.
El Rey celestial gusta más de la grosería de un pastorcito humilde que ve que si más supiera más dijera, que de los muy sabios y letrados, por elegantes razonamientos que hagan, si no van con humildad…
Pensar con quien vais hablar o estáis hablando.. En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado ese Señor que los ángeles tiemblan delante de él. Pues razón será que procuremos deleitarnos en estas grandezas que tiene nuestro Esposo y que entendamos con quien estamos casadas. Ésta es oración mental, hijas mías, entender esas cosas”.
Capítulo veintitrés
23.- Importa mucho no tarnar atrás en el camino de la oración.
“Os digo que va muy mucho en comenzar con gran determinación por tres causas: La una es, que no es razón que quien tanto nos ha dado, que una cosa que nos hemos determinado darle, no dárselo con determinación, sino como quien presta una cosa para tornársela a tomar. Poquito tiempo determinamos darle y cuanto gastamos en nosotros mismos y en quien no os lo agradecerá… Para pagarnos es tan mirado el Señor, que un alzar de de ojos con acordarnos de El, dejerá sin premio,
Otra causa es, porque el demonio no tiene tanta mano para tentar; ha gran miedo a ánimas determinadas, que tiene ya experiencia le hacen gran daño. Y si conoce uno por mudable, no lo dejará a sol ni sombra.
La tercera causa es, y que hace mucho al caso, que pelea con más ánimo. Ya sabe que, venga lo que viniere, no a de tornar atrás. Es necesario comenzar con seguridad que, si no nos dejamos vencer, saldremos con la empresa”.
Capítulo veinticuatro
“Advertid cómo habéis de rezar vocalmente, porque es razón entendáis lo que decís. Rezar con advertencia. Lo que yo quisiera deciros hijas es que no nos contentemos con pronunciar palabras. Porque cuando digo Credo, razón me parece será entienda lo que digo; y cuando padrenuestro, amor será entender quién es este Padre nuestro, y quién es el maestro que nos enseñó esta oración. El mejor remedio que hallo es procurar tener el pensamiento en quien enderezo las palabras.
El Señor nos enseñó que oremos a solas; que así lo hacía él cuando oraba… y lo hacía para que entendamos con quien estamos y lo que nos responde él a nuestras peticiones ¿Pensáis que se está callando aunque no lo oímos? Bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón. Pues nunca el maestro está tan lejos del discípulos que sea menester dar vocees, sino muy junto”.
Capítulo veinticinco
“Es posible que estando rezando con oración vocal os ponga el Señor en contemplación perfecta. Que pero estas vías muestra el Señor que oye al que le habla y le habla su grandeza, suspendiéndole el entendimiento y atajándole el pensamiento.
Sin ruido de palabras le está enseñando este Maestro divino, suspendiendo las potencias, porque antes dañarían que aprovecharían si obrasen. Gozan sin entender cómo gozan,; está el alama abrasándose de amor y no entiendo cómo ama; conoce que goza lo que ama y no sabe cómo goza. NO es un bien que se puede merecer; es don del Señor. Ésta es contemplación perfecta.
En cambio la oración mental es pensar y entender qué hablamos con quien hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor. En la oración vocal y mental podemos algo con el favor de dios. En la contemplación, ninguna cosa.
…NO os pido más que le miréis”
26.- Consejos para la oración
“Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiereis no os estéis sin tan gran amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos y él ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no lo podréis echar de vos, no os faltará para siempre, ayudaros ha en todos vuestros trabajos, le tendréis en todas partes: ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?
No os pido que penséis en él y que saquéis muchos conceptos y que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más que le miréis. Pues nunca quita los ojos de vosotras… ¿es mucho que le miréis algunas veces a él? Como le quisiereis, le hallaréis. Miradle resucitado… miradle al Huerto y atado a la columna…miradle cargado con la cruz…… Pues ¿es mucho que a quien tanto os da volváis una vea los ojos a mirarle?”.
27.- Oración de recogimiento.
“Mirad qué dice vuestro Maestro: “Padrenuestro que estás en el cielo” Ya sabéis que Dios está en todas partes. San Agustín nos dice que le vino a hallar dentro de sí mismo. Para entendimientos derramados importa entender mucho, no sólo creer esto, sino procurar entender por experiencia. Por bajo que hable, El está tan cerca que nos oirá; ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí y no extrañarse de tan buen huésped; sino con humildad hablar como a padre entendiendo que no es digna de ser su hija.
Se deje de unos encogimientos que tienen algunas personas y piensan que es humildad. Falsa humildad, que tenga yo el Emperador del cielo y tierra en mi casa y que, por humildad, no quiera responder y estarme con él. Dejaos de esta humildades y no seáis bobas; pedidle la palabra, que vuestro Esposo es, que os trata como a tal”.
“Este modo de rezar, aunque sea vocalmente, con mucha más brevedad se recoge el entendimiento, y es oración que trae consigo muchos bienes. Llámese recogimiento, porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de sí con su Dios y viene a enseñarla su divino Maestro y a darle oración de quietud.
Las que de esta manera se pudieran encerrar en este cielo pequeño de nuestra alma, adonde está el que le hizo, y acostumbrar a no mirar ni estar adonde se distraigan estos sentidos exteriores, crea que lleva excelente camino y que no dejará de llegar a beber el agua de la fuente, porque camina mucho en poco tiempo. Es como el que va en una nave, que con un poco de viento se pone en el fin de la jornada en poco tiempo, y los que van por tierra tárdanse más.
No hay edificio de tanta hermosura como un alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras… no nos imaginemos huecas en el interior.
Capítulo veintinueve
29.- Oración de recogimiento
“Nos hemos de desocupar de todo para llegarnos interiormente a Dios, y aun en las mismas ocupaciones retirarnos a nosotros mismos. Aunque sea por un momento solo aquel acuerdo de que tengo compañía dentro de mí, es gran provecho. El Señor es muy amigo de quitarnos trabajo… no es amigo de que nos quebremos las cabezas hablándole mucho… Nunca supe qué cosa era rezar con satisfacción hasta que el Señor me enseñó este modo; y siempre he hallado tantos provechos de esta costumbre de recogimiento dentro de mí, que eso me ha hecho adelantar mucho.
Hermanas, dad por bien empleado el tiempo que en esto gastaréis; y yo sé, si lo tenéis, en una año, y quizás en medio, saldréis con ello, con el favor de Dios.
Y como Él no ha de forzar nuestra voluntad, toma lo que le damos, mas no se da a Sí del todo hasta que nos damos del todo”.
30.- Venga a nosotros tu reino
Conviene que entendamos qué pedimos en ese reino. El buen Jesús puso uno cabe el otro porque no podíamos alabar ni glorificar su nombre si no nos daba acá su reino.
Ahora bien, el gran bien que me parece a mí hay en el reino del cielo, con otros muchos, es ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en si mismos, un alegrarse de que se alegren los otros; una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen su nombre y no le ofende nadie. Todos le aman y la misma alma no entiende en otra cosa, sino en amarle, ni puede dejar de amar, porque le conoce.
También acá puede darle a entender a qué sabe lo que se da a los que el Señor lleva a su reino. Y a los que se les da acá, como pedimos, les da prendas para que por ellas tengan gran esperanza de ir a gozar perpetuamente lo que acá les da a sorbos”
Capítulo treinta y uno
31.-”Venga a nosotros tu reino”
“Hay personas, y yo he sido una de ellas, que está el Señor enterneciéndolas y dándoles inspiraciones santas y luz de lo que es todo, y, en fin, dándoles ese reino y poniéndoles en esta oración de quietud y ellos haciéndose sordos. Porque son tan amigas de hablar y de decir muchas oraciones vocales muy aprisa, como quien quiere acabar su tarea, como tienen ya por sí decirlas cada día, que aunque les ponga el Señor su reino en las manos, no lo admiten; sino que ellos con su rezar piensan que hacen mejor y se partan de la oración de quietud. Esto no hagáis, hermanas, sino estad sobre aviso cuando el Señor os hiciere esa merced. Mirad que perdéis un gran tesoro, y que hacéis mucho más con un apalabra de cuando en cuando del Padrenuestro que con decirle muchas veces aprisa. Está muy seguro a quien pedís, no os dejará de oír; y creed que aquí es el verdadero alabar y santificar de sus nombre, porque ya glorificáis al Señor y lo alabáis con más afección y deseo y parece no podéis dejarle de servir”.
Capítulo treinta y dos
32.- ”Hágase tu voluntad”
“Pues os quiero avisar y recordar qué es su voluntad. No hayáis miedo sea daros riquezas, ni deleites, ni honras, ni todas estas cosas de acá; no os quiere tan poco y tiene en mucho lo que le dais, i os lo quiere pagar bien, pues os da su reino aún viviendo. ¿Queréis ver cómo se ha con los que de veras le dicen esto? Preguntadlo a su Hijo que se lo dijo en la oración del Huerto. Como fue dicho con determinación; mirad si la cumplió bien en El en lo que le dio de trabajos y dolores e injurias y persecuciones, hasta que se le acabó la vida con su muerte en cruz.
Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba lo que le dio, por donde se entiende cuál es su voluntad. Así que éstos son sus dones en este mundo. De conforme al amor que os tiene; a los que más, da estos dones más; a los que menos, menos, y conforme al ánimo que se ve en cada uno y el amor que tiene a Su Majestad. A quien le ama mucho, verá que podrá padecer mucho por Él.”.
Capítulo treinta y dos
33.- ”Hágase tu voluntad”
“Todo lo que os he avisado en este libro va dirigido a este punto de darnos del todo al Criador y pone nuestra voluntad en la suya y desasirnos de las criaturas y tendréis ya entendido lo mucho que importa. Porque nos disponemos para que, con mucha brevedad, nos veamos acabado de andar el camino y bebiendo del agua viva de la fuente. Porque sin dar nuestra voluntad del todo al Señor para que haga en todo lo que os toca conforme a ella, nunca deja de beber de ella. Esto es contemplación perfecta. Este don trae al Todopoderoso a ser uno con nuestra bajeza y nos trasforma a sí y hace una unión del Criador con la criatura. Su Majestad nunca se cansa de dar; y comienza a regalarse con ella, a descubrir secretos, y comienza a tratar de tanta amistad, que no sólo la torna a dejar su voluntad, más dale a la suya con ella Señor, cúmplase en mí tu voluntad de todos los medios y maneras que queráis. Si queréis con trabajos, dadme esfuerzo y vengan; si con persecuciones y enfermedades… aquí estoy, no volveré el rostro”.
Capítulo treinta y tres
34.- El Pan nuestro de cada día
“Pues viendo el buen Jesús nuestra necesidad, buscó un medio admirable adonde nos mostró el extremo amor que nos tiene y pidió este pan: “El pan nuestro de cada día…” Entendamos esto que pide este Maestro, que nos va la vida en no pasar de corrida por ello, y tened en muy poco lo que hemos dado pues tanto habéis de recibir.
De otro pan no tengáis cuidado las que muy de veras os habéis dejado en voluntad de Dios; digo en estos tiempos de oración que tratáis cosas muy importantes, que tiempos hay otros que trabajéis y ganéis de comer. Trabaje el cuerpo y descanse el alma. Dejad ese cuidado a vuestro Esposo, que El le tendrá siempre…. Si cuando andaba en el mundo de sólo tocar sus ropas sanaba ¿qué hay que dudar que hará milagros estando dentro de mí, si tenemos fe. No suele su Majestad pagar mal la posada si le hacen buen hospedaje.
Acabando de recibir el Señor, cerrad los ojos del cuerpo y abrid los del alma, y miraros al corazón pues lo tenéis en persona”.
Capítulo treinta y seis
35.- Perdona nuestras ofensas
“Pues viendo nuestro buen Maestro que con este manjar celestial todo nos es fácil y que podemos cumplir muy bien su voluntad dícele ahora que nos perdone nuestras deudas, pues perdonamos nosotros. Miremos que no dice “como perdonaremos”, porque entendamos que quien pide un don tan grande –el Pan- y quien ya ha puesto su voluntad en la de Dios, que ya esto ha de estar hecho, y así dice: “como nosotros perdonamos”. Los santos se holgaban con injurias y persecuciones, porque tenían algo que presentar al Señor cuando le pedía. ¿Qué hará una tan pobre como yo que tan poco ha tenido que perdonar y tanto hay que se me perdone? Cosa es ésta para que miremos mucho en ella; que una cosa tan grande y de tanta importancia como que nos perdone nuestro Señor nuestras culpas, se nos perdone con tan baja cosa como es que perdonemos…No puedo creer que alma que tan junto llega de la misma misericordia, a donde conoce lo que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad.
Capítulo treinta y ocho
36.- No nos dejes caer en tentación
“Los soldados de Cristo, que son los tienen contemplación y tratan de oración, no ven la hora de pelear; nunca temen muchos peligros públicos, ya los conocen y saben que, con la fuerza que en ellos pone el Señor, no tienen fuerza, y que siempre quedan vencedores y con gran ganancia; nunca los vuelven el rostro. Los que temen, y es razón teman y siempre pidan los libre el Señor de ellos, son unos enemigos que hay traidores, unos demonios que se transfiguran en ángeles de luz; viene disfrazados. Hasta que no han hecho mucho daño en el alma no se dejan conocer, acaban las virtudes y andamos en la misma tentación y no lo entendemos. De muchas maneras nos dañan; no sólo en hacernos entender que los gustos que pueden fingir en nosotros y regalos son de Dios, que éste me parece el menos daño que ellos pueden hacer… A donde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle, es haciéndonos creer que tenemos virtudes no teniéndolas, que esto es pestilencia. Sirviendo en humildad, nos socorre el Señor en las necesidades. Oración y súplica al Señor que no permita que andemos en tentación”
Capítulo cuarenta y dos
37.- “Líbranos de todo mal”
“¡Oh cuan diferentemente se inclina nuestra voluntad a lo que es la voluntad de Dios! Ella quiere que queramos la verdad, nosotros queremos la mentira; quiere queramos lo eterno, acá nos inclinamos a lo que se acaba; quiere queramos cosas grandes y subidas, acá queremos bajas y de tierra; querría quisiésemos sólo lo seguro, acá amamos lo dudoso…. Esforcémonos a pedir esta petición.
¿Qué nos cuesta pedir mucho, pues pedimos a Poderoso? El Señor me ha dado a entender lo mucho que pedimos cuando decimos esta oración evangélica. Esta oración encierra en sí todo el camino espiritual, desde el principio hasta engolfar Dios el alma y darla abundante-mente a beber de la fuente de agua viva que dije que estaba al fin del camino… Parece nos ha querido el Señor dar a entender la gran consolación que está aquí encerrada y es gran provecho para las personas que no saben leer.